Acabamos
de escuchar en la exposición de motivos del proyecto de resolución
que estamos debatiendo, una breve, concisa y clara reminiscencia de
lo acontecido aquel 18 de octubre de 1977.
Es
uno de los pasajes muy dolorosos de la historia de nuestra Patria, y
en especial para el movimiento obrero y de sus luchas por alcanzar el
reconocimiento de derechos, su garantía y su efectivo cumplimiento.
Mirando
nuestro pasado, quisiéramos pensar que lo ocurrido aquel 15 de
noviembre de 1922 solo estuvo en la mente e imaginación del gran
Joaquin Gallegos Lara, que nos regaló esa obra célebre “Cruces
sobre el Agua”, pero no es así, esos hechos oprobiosos mancillaron
la dignidad de nuestro pueblo y de nuestros trabajadores.
Como
sociedad no aprendimos las lecciones, porque nos acostumbramos a
mirar de reojo estos crímenes y atropellos, porque fueron
perpetrados en contra de trabajadores, tan es así que la
historia se repitió cinco décadas después con la matanza de más
de un centenar de trabajadores en el Ingenio Azucarero Aztra, en las
entrañas de mi querida provincia de Cañar.
Ese
mirada de reojo se manifiesta, entre otros aspectos, cuando la
sociedad ecuatoriana justificó a la dictadura que nos gobernó
calificándola como blanda, al compararla con las criminales que
gobernaron al sur del contienente, y yo me pregunto, ¿acaso esta
matanza a los trabajadores en La Troncal no debe llenarnos de
estupor?, ¿acaso esta sola matanza es más que suficiente para que
condenemos con energía y voz firme a esa dictadura y esos hechos?,
al tiempo de exigir que se esclarezca la verdad, se conozcan los
nombres y apellidos de los pepetradores, que sean ajusticiados y
condenados; y, por supuesto, sean reparadas las víctimas,
sobrevivientes y sus respectivas familias.
Si
antes no sacamos lecciones, ahora es el momento, no solo para que
nunca más se den atropellos y hechos de barbarie, sino, sobre todo
para que en la construcción de una patria más justa y equitativa,
se respeten los derechos de los trabajadores y trabajadoras y que se
sigan abrigando conquistas laborales, que, en definitiva, constituyen
el rostro de una sociedad más inclusiva, respetuosa que se organiza
y vive en un verdadero estado constitucional de derechos y justicia.
Creo
firmemente, al igual que los compañeros y compañeras de la Comisión
de los Derechos de los Trabajadores y la Seguridad Social, que esta
es una manera apropiada de rendir un justo homenaje a los trabadores
asesinados aquel nefasto 18 de octubre de 1977, por lo que me sumo a
lo que han manifestado mis colegas de bancada y solicito, como
asambleísta de la provincia de Cañar que aprobemos esta
trascendental y justa resolución.
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