El
flujo migratorio de niños, niñas y adolescentes hacia los Estados
Unidos de Norteamérica es alarmante y requiere que se lo enfoque y
afronte no solo a nivel de los gobiernos sino desde todos los
estamentos de nuestras sociedades. Como lo advierten expertos en la
materia, esta problemática constituye en sí misma una crisis
humanitaria cuya atención no puede ser desatendida y relegada. Se
calcula que aproximadamente setenta mil niños, niñas y adolescentes
que viajan sin la compañía de un adulto serán detenidos en Estados
Unidos de Norteamérica luego de cruzar en forma ilegal la frontera
con México y sometidos a las leyes de dicho país para ser
deportados.
Los
riesgos a los que están expuestos en su travesía son mayúsculos y
aterradores, según expertos, “el viaje está lleno de peligros
extremadamente graves y se
ha documentado toda clase de abusos, como extorsión, violaciones
sexuales, violencia física, secuestros, mutilaciones, prostitución,
obligación para transportar drogas para traficantes e, incluso,
asesinatos”. Adicionalmente, las vicisitudes que deben experimentar
durante su estancia en los lugares de detención mientras duran los
largos procesos legales previos a su deportación son situaciones de
extrema vulneración de sus derechos.
Si
bien la mayoría de ellos provienen de Honduras, Guatemala, El
Salvador y México, también de nuestro país han intentado cruzar la
frontera mexicana-norteamericana, algunos de ellos lo han conseguido
y han sido detenidos en suelo norteamericano.
Es
imperativo que a todo nivel aunemos esfuerzos para evitar que
nuestros niños, niñas y adolescentes se expongan a todos estos
peligros e incluso pongan en peligro sus vidas y también para poner
toda la institucionalidad del Estado ecuatoriano para proteger los
derechos de aquellos que están detenidos en suelo norteamericano.
Muchas
son las causas que deben originar estos flujos migratorios,
descubrirlas y erradicarlas es una obligación primordial e
inmediata. El Ecuador se ha presentado al mundo como uno de los pocos
países que ha establecido a nivel normativo y de políticas públicas
aspectos trascendentales en movilidad humana, sin embargo, fieles a
eso debemos ser consecuentes con nuestros niños, niñas y
adolescentes que en estos precisos momentos nos necesitan.
No
está demás poner énfasis que normas de convenios internacionales y
de la propia Constitución de la República nos imponen la obligación
de actuar ya y ahora.
Coincido
plenamente con el Director General de la Oficina Internacional de las
Migraciones cuando dice que: “... es hora de hacer algo más que
contar el número de víctimas, es hora de involucrar al mundo para
poner fin a esta violencia contra los migrantes desesperados”.
Compañeras y compañeros, sigamos librando las batallas que nos
corresponden para proteger los derechos de los hijos e hijas de
nuestra Patria que más lo necesitan.
Por
lo expuesto, mi apoyo a la resolución que se ha presentado y
solicito que los demás compañeros y compañeras se sumen y voten
favorablemente.
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