Históricamente
se ha celebrado, el trece de abril el
“Día del Maestro”. No han faltado los agradecimientos y buenos augurios.
Infinidad de testimonios han resaltado que hemos alcanzado muchas de nuestras
metas gracias a las directrices de
nuestros queridos profesores. En efecto, nadie debe dudar que en mucho
de eso sea así, sin embargo, en estos días y tomando en cuenta las especiales
circunstancias que vivimos en el Ecuador por los cambios trascendentales que se
están realizando, pienso que el mejor
reconocimiento que estamos haciendo a todos los maestros y maestras
ecuatorianas constituye, sin duda, la transformación en la educación, el
reconocimiento de su profesión como una de las más nobles que existen; no hay
mejor homenaje hoy en día que brindar la oportunidad a esos docentes para
capacitarse y mejorar sus condiciones.
El mejor homenaje a nuestros maestros, se ve plasmado en las políticas y
acciones que se han emprendido en el Ecuador para llevar adelante la Revolución
Educativa. Celebremos, entonces, con mucho entusiasmo el reconocimiento
cotidiano y total que se ha hecho a todos los maestros y maestras, al tiempo
que reflexionemos que los cambios que estamos experimentando, que visto desde
épocas del viejo país son una gran oportunidad y desafió para ser parte de este
cambio histórico en la educación y no ser parte de un pasado que aunque valioso
está muy lejos de lo que se ve en el horizonte. Maestros ilustres de mi Patria
y de mi provincia, seamos parte del cambio. El mejor honor y reconocimiento es
que sean actores claves de la transformación educativa del Ecuador, forjadores
del futuro de la excelencia.
Que
este 13 de abril y todos los días se les rindan los reconocimientos, agradecimientos
y honores que se merecen por su abnegada y patriótica labor.
T
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